lunes, 21 de septiembre de 2009

Respirar


Firmar una carta de renuncia sin manchar el papel. Escuchar un crujido y componer los huesos de un solo tirón. No mentir. Apretar los dientes frente a la nostalgia. No quejarse. No llorar ni en los rincones ni en los parques. Tomarse un helado. Avanzar porque sí, por inercia. No escudriñar en la memoria. Regalarse unos aros y un vestido. Decir en voz alta un nombre hasta no temblar al oírlo.
No preguntar por qué. No saber. Desterrar la forma condicional de todos los verbos. Reconciliarse con abril y con un día de fines de mayo. Tragarse la saliva y las palabras.
Aprender a silbar. No acariciar ausencias. Y, de pronto, descubrir que es posible respirar bajo el agua.

1 comentario:

Xi dijo...

Porque todo es contención, a veces sorprende encontrarse tan cómoda en la inmersión.

Siempre hemos sabido que puedes bucear. Me alegra que comiences a mover tus alitas acuáticas.

Te adoro, dientona.