jueves, 3 de enero de 2008

A modo de introducción...


Habría que consignar que el origen del club está en un libro blanco. Un libro blanco demasiado negro, que ella buscó por toda la ciudad hasta hallarlo en el sitio menos imaginable de todos. Adentro estaba la frase, y la retuvo, porque tenía la convicción de que era una de esas formulaciones que vuelven y vuelven, como los sueños en los que se llega tarde a un sitio muy importante.

Meses más tarde, cuando en todas las veredas se caía en pedazos de alma, encontró a otra igual de fragmentada. Le escribió la cita del libro blanco, y en ese momento, sin verbalizar, se fundó el club de las idiotas desamparadas. A X e I (fundadoras) se sumaría más tarde J y, mucho después (pero no con menos intensidad), C.

El club de las idiotas desamparadas suma gente, aunque la intención de las agrupadas sea siempre que no lleguen más. Los ritos son importantes: se juntan con nimiedades en los bolsillos o entre las pestañas, y las vacian en la mesa común. Entonces, todas las otras sacan sus martillos de la boca, y las rompen en mil, las examinan, las huelen, las escupen, las pesan, las microscópicamentemiran, las intercambian y las evaporan. A cambio, entregan citas de las más variadas, canciones terribles, comida sana o nociva, prospectos de venganza y recuerdos del futuro que no existirán.

Las idiotas desamparadas se juntan y logran que de la suma de lágrimas resulte risa. Es un raro fenómeno matemático emocional, uno de los oscuros consuelos que evocan cuando, de vuelta en casa, de la súma de lágrimas sólo consiguen líquido y una pequeña cantidad de sal.

Un requisito insoslayable en esta hermandad es mentir. No a las otras, sino a sí mismas. Mentir para sobrevivirse, creerse el espejo que con sus ojos dulces hacen las otras, confiar en la mejoría, en el progreso y jurar que no se piensa ya más en los protagonistas de los desamparos. Las otras, en este momento, respetarán la palabra de la mentirosa, y harán como que le creen, agregando trazos al diseño falso y apoyando las cada vez más idiotas decisiones por las que toda idiota desamparada transita.

Como los patos, las idiotas desamparadas avanzan en diagonal, y si hacen progresos individuales se ponen a la cabeza de la pena, y logran mover a las otras hacia posturas menos drásticas, sacar un cuchillo de una vena, rescatar una píldora en una garganta.

Cuando dejan de ser idiotas desamparadas, se embriagan con las otras y festejan por una larga noche. Luego la ex idiota desamparada las abraza a todas y se lleva consigo un pedacito de cada desamparo, para ayudar a llorar.

2 comentarios:

Livio dijo...

Que de la suma de las lágrimas resulta risa y/o un buen vino chileno

Salud!

Anahí dijo...

saludos, compañeras! me acaba de pasar algo muy raro: encontré lo que andaba buscando. Es que hace unos días empecé un blog y se me ocurrió investigar si había otros por el estilo. Y tras unos segundos de google, zás! me encuentro con un blog que me habla de mi misma. Bueno, he aquí a una cronopia declarada desde hace tiempo y al parecer flamante idiota desamparada. acto seguido procederé a incorporar a favoritos...
hasta pronto.